Si alguien les menciona el término «KPOP», lo más probable es que se les venga a la mente cosas como BTS o Loona (o, mejor dicho, en el ejército de adolescentes spammers en Twitter que hypean los grupos a más no poder). Quizás también recuerden a PSY y el fenómeno del «Gangnam Style», con su pasito a caballo. Es indudable que el género, ya un fenómeno mundial, excedió cualquier expectativa que se tuviera de la Hallyu.

Personalmente, considero que la época dorada del KPOP ya pasó. No lo tomen a mal, me pasa lo mismo con casi toda la música, ya que está científicamente comprobado por mí que el pop en general tuvo su pico en el 2011-2014 y nunca pudo repuntar.

Para ejemplificarlo, y valiéndome de mi minuciosamente curada playlist de confianza, les comparto las que son a mi consideración los 10 mejores singles de la música popular coreana.

Algunas aclaraciones previas:

  • Cuando empiece a listar las canciones, notarán que sólo son girlbands. Y sí, acá no consumimos grupos de hombres, tampoco solistas. Aunque vale mencionar, nobleza obliga, que «Tonight» de Big Bang es de lo mejor que se puede escuchar.
  • Las grupos que figuran a continuación no son necesariamente los que más escucho. Tampoco todas son mis favoritas.
  • Por regla general, las canciones que figuran acá son lo que yo denomino «poderosas». Aunque parte del KPOP está caracterizado por canciones pegajosas, melodías repetitivas y etc., no puedo darle a ese tipo de canciones (salvo una) una calificación A+.
  • Aunque hace casi 10 años que escucho música coreana, no me considero un fanático del género y en general no me importa demasiado. Es más, probablemente no sepa de lo que estoy hablando, simplemente quiero compartir la música que me gusta.

Ahora sí, sin más preámbulos, las 10 mejores canciones de KPOP según mi opnión.

«Sixth Sense» – Brown Eyed Girls

Brown Eyed Girls son lo que yo describiría «larger than life» y «Sixth Sense» es la prueba más clara, en especial con esa nota del bridge supuestamente compartida entre tres de las vocalistas.

«Decalcomanie» – Mamamoo

Todavía me dan ganas de romper todo cuando escucho esta canción y varias veces me pregunté si no será la mejor canción de todas las canciones, aunque probablemente piense eso porque es de las más nuevas de este listado – sólo tiene 2 años.

«Hush» – Miss A

No puedo contar la cantidad de lipsyncs que hice de esta canción acostado en la cama, realmente lo di todo. Hoy la volví a escuchar después de más de un año y me despertó toda clase de sentimientos.

«Don’t Forget Me» – Girl’s Day

No me podía decidir entre esta canción y «Something», pero el key change después del bridge me convenció.

«Wild» – Nine Muses

A pesar a la irrelevancia de sus miembros como individuos, creo que Nine Muses es el grupo que sacó el material que más me gusta. «Wild» es redonda por donde se la mire – el instrumental, la distribución de líneas, el rap in cre í ble de EuaErin. Y sólo es una pizca de todo lo que nos ofrecieron.

«Alone» – Sistar

Este grupo tiene de los singles más memorables, en mi opinión. Sensualidad.

«Catallena» – Orange Caramel

Esto es el epítome de todo lo que se debería esperar de un grupo de KPOP. Y hasta tiene EUROPOP. ¿Cómo no va a ser perfecto?
Confieso que tengo un sesgo bastante marcado cuando se trata de Orange Caramel o After School, me costó bastante no poner todo el EP «First Love» en la lista.

«Missing You» – 2NE1

Las baladas en general me aburren, mas esta no – es poderosísima. Creo que es la única junto con «Nice Person» de T-ARA que podría escuchar por placer.

Otro tema de 2NE1 que quedó casi dentro del podio es «Go Away», toda una época.

«Mamma Mia» – KARA

Nunca fui muy seguidor de KARA, pero este tema fue un «si» desde la primera escucha. ¡Y el video! Vería la coreografía de esta canción por horas y horas, es increíble.

«Gee» – SNSD

Cerramos la lista con el grupo que me inició en este camino. No es mi canción favorita («Genie»), pero con 10 años recién cumplidos, es un clásico indiscutible. La cantidad justa de azúcar.

Nace una estrella
Nace una estrella

El jueves pasado se estrenó en Argentina Nace una estrella, remake del clásico del cine interpretado por actrices como Judy Garland o Barbra Streisand. 

Más allá de las buenas interpretaciones por parte de Bradley Cooper (quien también debuta como director) y una Gaga mesurada, no es posible disfrutar de la película sin que suenen varias alarmas. 

A continuación, con muchos spoilers, algunos de los problemas más grandes que encontramos con esta versión de A Star Is Born:

Consentimiento, violencia y agencia. 

No aceptar un no como respuesta. Perseguir a la chica hasta su casa. Ignorar sus repetidas negativas. Obligar a un empleado a que acampe en la puerta de su casa hasta que salga para llevarla a la otra punta del país para ver un show, aún sabiendo que va a tener que renunciar a su trabajo para darle el gusto. Una propuesta de matrimonio repentina y coercitiva para evitar una ruptura. 

Sobran momentos en Nace una estrella en los que uno piensa «Esto no está bien». Basta de romantizar la violencia, basta de ignorar el consentimiento. No importa cómo lo disfracen, no es amor. 

¿Y qué es lo que hace la cantante para devenir en estrella? Nada. 
Se la muestra como una esencia, algo que tiene un potencial para ser, para transformarse, y que sólo necesita de un otro, un hombre, que sepa cómo hacerlo. Primero, obligándola a actuar frente a miles de personas sin avisarle, haciéndola renunciar a sus obligaciones, llevándola de gira por el país como número en un tour trillado y cuesta abajo. Luego, moldeándola en algo atractivo para las masas, enseñándole a bailar. 

Mientras que de los personajes masculinos sabemos prácticamente todo, de Ally no sabemos nada, excepto que intentó ser cantante y que su aspecto se lo impidió. Hasta que un hombre llegó y eligió verla como hermosa (y se lo recriminó cuando no le convenía). 

La capacidad de agencia de Ally es nula en casi todos los momentos de la película – desde el aceptar un trago hasta decidir el rumbo de su carrera discográfica. Siempre está la figura de un hombre detrás que decide y una Ally que termina cediendo. 

Y esto no está expuesto en la película como un problema, jamás es criticado, no se invita a la discusión. Se lo disfraza de diferentes maneras – de timidez, de conquista, de marketing. 

El concepto de «autenticidad» 

No es noticia la contraposición entre el arte «auténtico» y el mundo prefabricado de la música pop, de las discográficas creando y destruyendo estrellas según su conveniencia y los tejes del mercado. 

Tampoco es novedad mostrar que lo «real», sufrido y realmente merecedor de prestigio esté relacionado con el mundo de lo masculino, mientras que el artificio necesita de una vasija femenina para existir. 

La transformación de Ally es notoria en la película – de una cantante/compositora mal arreglada que escribe canciones de una supuesta profundidad a una performer con pelos de colores y coreografías elaboradas que canta sobre culos en televisión nacional. 

Esto se refleja al interior de la relación. El maltrato de la vieja estrella de country-rock, también. Incluso hasta llegar al punto de llamarla «fea» por la imagen que está mostrando. 

Y lo peor es la ambigüedad del personaje de Ally con su estrellato. Hay pocos posicionamientos al respecto, algunos a favor, otros en contra. Pero, como en casi toda la cinta, seguimos sin saber qué la motiva, qué quiere, quién es. 

Estamos frente a una discusión vieja, trillada y errónea. Razones y exponentes sobran para demostrar que el pop está a la altura de cualquier otro género musical.

¿Por qué seguir perpetuando la idea de que una mujer es más o menos seria o auténtica por usar maquillaje o hablar libremente de su sexualidad? ¿Acaso es necesario ser un borracho de pelo sucio para poder «decir algo»? 

¿Era necesaria? 

Después de este somero análisis, sólo queda preguntarse por la necesidad de esta remake. 

¿Cuál es el atractivo de esta historia, que sigue desempolvándose cada 20 o 30 años? ¿Siguen siendo iguales las dinámicas de poder en la industria de Hollywood y de la música? Entendida como la sumisión femenina ante la figura del mentor, o del empresario que sabe cómo explotar su talento y hacerlo «comestible». 

¿O es simplemente el atractivo de una historia universal? Romances tóxicos, relaciones nocivas donde el no se interpreta como una llamada al juego seductor, donde lo que importa es la persecución. Finales trágicos e inevitables, la mística de la debacle. Justamente, las tragedias venden, sobre todo disfrazadas de amores idílicos. 

No se pudo romper el ciclo. Una pena, especialmente corriendo los tiempos que corren, y con una referente (que hasta podría llamarse política) como Germanotta. 

Nace una estrella no es más que una oportunidad desaprovechada que sólo nos deja algo positivo – una BSO decente para palear la espera del próximo álbum de la cantante devenida en actriz. 

Cada vez estoy más convencido de que practicar un poco de escapismo, al menos una vez por semana, es indispensable para mantener la relativa estabilidad emocional y mental que uno puede llegar a tener. Y no me refiero a intentar ser el nuevo Houdini.

El estrés y la ansiedad son moneda corriente en la vida de todos, por eso es vital desenchufarse, poner el teléfono en silencio y dedicarle al menos un par de horas a la nada misma. Y no hay mejor manera de hacer eso que con los reality shows.

Ya escribí largo y tendido sobre la telerrealidad en las múltiples iteraciones de esta web, así que no me voy a explayar mucho. Simplemente voy a recordar lo útil que es consumir horas y horas de las Kardashian para olvidarnos, aunque sea un rato, de lo que nos está comiendo la cabeza.
Resulta un tanto obvio – siempre va a ser mejor preocuparnos por el dilema de una multimillonaria al no saber qué mansión nueva comprar que esa entrega que está a la vuelta de la esquina o ese estudio que hay que hacerse porque la última visita al doctor no salió como esperábamos.

Y sin más preámbulos, les presento el programa que ocupo todo mi fin de semana.

Elenco de So Cosmo

Elenco

So Cosmo es un reality que se estrenó en febrero de este año en E! Entertainment y sigue la vida de la redacción de la revista Cosmopolitan, a la cual describen como la de mayor circulación en el mundo.

Con la figura de Joanna Coles (JC, famosa por caminar en una cinta mientras usa la computadora) como centro de la narración, el programa intenta vendernos un espacio de trabajo glamoroso, lleno de diversión, rivalidades, romances de oficina prefabricados, giros argumentales, shock y drama.

Joanna Coles

Joanna Coles

JC, en un papel a lo Anna Wintour con corazón, es la mentora/confidente de su «equipo estrella», con interacciones y diálogos tan falsos que termina pareciéndose a una Tilda Swinton con el carisma de una piedra mojada.

Las comparaciones son odiosas y sé que deberían ser perfiles diferentes, pero me es inevitable pensar en Anna si constantemente se está hablando del glamour cuando se refieren a Cosmopolitan. Que sea la cuna del estilo y el buen gusto es algo que definitivamente no me lo creo, especialmente después de haber consumido todo reality existente sobre revistas de moda y más cuando te quieren vender productos de Maybelline cada dos escenas.

Otra cosa ridícula es la política de «puertas abiertas» de la redacción, según la cual las «estrellas» pueden entrar en cualquier momento para visitar a los ¿periodistas? y armar una «red de conexiones y amistades». En los ocho capítulos que dura el reality, las dos celebridades más conocidas que entraron a esas oficinas fueron Ciara y JoJo[1]https://www.youtube.com/watch?v=ggWyUEuGcWY.

Con So Cosmo debería pasar lo que suele suceder con los programas de este género – es malo, por lo que debería ser bueno – pero se queda a mitad de camino. A veces la edición de los productores resulta tan evidente, que los desenlaces resultan obvios.

¡Hasta las enemistades nacen y mueren en un mismo episodio!

Tampoco encontré frases memorables o peleas icónicas que van a quedar en mi memoria, aunque sí rescato a un par de personas en la redacción que me resultaron carismáticas y que tuve que stalkear en todas las redes sociales que encontré. Igualmente, recuerden que se los dice una persona que le escribe todos los años a una médium vidente para que lo salude por su cumpleaños[2]Me refiero a Kim Russo, estrella de Celebrity Ghost Stories y The Haunting of…. Sugiero que, de no conocerla, se retiren del mundo. y que sigue en Facebook a una mujer que tenía un reality sobre un salón de manicura.

Si alguna vez fantasearon con ser parte de una revista, o les gustan los productos de belleza que se venden en farmacias, So Cosmo puede ser una buena manera de olvidarse un rato de la vorágine de la vida que tenemos los no tan privilegiados.

Sirve también para calmar un poco las ansias de volver a ver algo con esa icónica mujer de corte carré y vaso de Starbucks en mano, aunque sea con una versión de segunda categoría.

   [ + ]

1. https://www.youtube.com/watch?v=ggWyUEuGcWY
2. Me refiero a Kim Russo, estrella de Celebrity Ghost Stories y The Haunting of…. Sugiero que, de no conocerla, se retiren del mundo.

La forma en que las vivencias LGBT/queer se representan en los medios audiovisuales tiene grandes efectos en las personas que están creciendo y que buscan por todos lados algo que se asemeje a lo que están sintiendo y viviendo. Relatos, retratos, voces disidentes, formas de saber que hay más personas como uno y que, de alguna manera u otra, se puede vivir la vida siendo lo más fiel posible a uno mismo.

La representación es crucial.

Actualmente, las redes sociales han facilitado muchísimo ese tipo de búsquedas. Para poner un ejemplo, sólo hace falta abrir Facebook y buscar grupos de personas LGBT o hacerse una cuenta en Tumblr para tener acceso a grandes cantidades de material o interactuar con personas en torno a “fandoms” relativamente inclusivos.
Durante mi infancia y mi preadolescencia, este anhelo se resolvía con escenas en programas de televisión como Buffy The Vampire Slayer o Will and Grace (mi primera experiencia con programas como Queer as Folk llegaría después), hablando con extraños en foros de internet o vía comentarios de blog, y googleando cosas como “música gay”.

Una conjunción perfecta entre esas tres variables llegó con Tegan and Sara. Después de escuchar una de sus canciones en Grey’s Anatomy, de investigar quiénes eran y de recibir recomendaciones de parte de algunas de mis amigas en líneas, encontré algo que me interpelaba de una manera más directa (pese a no ser una mujer lesbiana canadiense) que mucha de la música, tanto mainstream como alternativa, que venía escuchando.

Las descubrí en un momento justo. Fueron parte de una concentración de estímulos culturales que me hicieron saber que había algo más ahí para mí, que quizás realmente existía una suerte de “nosotros”. Pude sentir todo lo que transmitían en sus canciones de una manera en que nunca había podido hacerlo con artistas cishetero.

Después llegarían a mi vida Almodóvar, John Waters, Divine, la scene de los balls de Paris is Burning, el feminismo negro y trans, y todo lo que funcionó como catalizador de una manera más compleja que ellas, que me puso cara a cara, una y otra y otra vez, con mis prejuicios y los valores cisheteronormativos que me/nos fueron impuestos desde el día uno y de la propia comunidad de la que forman parte las hermanas Quin.
Pero sería un desagradecido si no reconociera que fueron unas de las primeras con las que sentí una suerte de complicidad.

Ayer, después de esperar por más de 10 años, tuve la oportunidad de finalmente verlas en vivo.
La espera en la fila fuera de Niceto Club se hizo más larga de lo esperado y entramos bastante ansiosos. Después de la compra de merchandising, de encontrarme con gente a la que no veía en mucho tiempo y de unos tragos más que necesarios con la banda Potras de fondo, empezó el que sería uno de los recitales que más disfruté en mi vida.

El setlist no me sorprendió – fue exactamente igual al que vienen haciendo a lo largo del tour, centrado en Heartthrob y Love You To Death, con algunos temas de sus trabajos anteriores.

So Jealous y The Con fueron una gran parte de la banda sonora de mi adolescencia. Si pienso en mis años de secundaria, puedo recordar con lujo de detalles las noches llorando debajo de las sábanas escuchando algunas de sus canciones. Por eso, y por muchas cosas más (anécdotas con amigos, escenas en programas de televisión, viajes a la facultad), no pude evitar que se me cayeran unas lágrimas cuando cantaron un poco de “Where Does The Good Go”, quizás su mejor canción, a capella.

Pero el verdadero llanto llegó cuando empezaron a sonar los primeros acordes de guitarra de “The Con”. Los diez años de espera y todos los recuerdos de esas noches en vela me golpearon de lleno el pecho y la emoción no me dejaba respirar. Ya no sabía si cantar, secarme las lágrimas o si simplemente tenía que concentrarme en respirar para no desmayarme.

Las hermanas Quin son un encanto. Tegan, una verdadera showwoman. Sara, tímida y encantadora. Pese al gran peso que le dieron al material de los últimos años y a una elección que no considero muy afortunada de las canciones de Sainthood, fue un show inolvidable.

Ayer no sólo vi a Tegan y Sara en vivo, saldando una deuda de una década – vi los mejores y peores momentos de mi historia reciente acompañados por su música. Y, mirando hacia atrás, estoy más que agradecido por lo vivido.

Tenés que apurarte. Ella terminó la carrera a los 22 y ahora está haciendo una maestría en el exterior.

¿Cuántas materias te faltan? Es un montón, M. Ponete las pilas.

¿Viste que escribió un artículo para esas jornadas? Comparte un blog súper interesante. 

Ese que está ahí ya entró al CONICET. Pensé que ya estaba recibido. 

Hace calor. Los ventiladores no funcionan y en el aula hay alrededor de 100 personas, irradiantes. Saliste corriendo, dejaste unas cinco o seis o siete cosas pendientes, sintiéndote culpable. El teléfono no para de vibrar, mensajes nuevos, correos nuevos.

¿Cuántas personas tenemos en esa base? Lo pide S.

¿Venís a la reunión de mañana 8:30? Es re importante.

Nos pidieron que los jdg hagan el seguimiento de este proyecto, y vos sos el mejor.

¿Sabés dónde está el chofer? La secretaria no me contesta.

No sé agendar cosas en el Calendar, ¿me ayudás? Soy tonta.

El profesor tiene un tono monótono, soporífero. Parece que desde que entró hace más calor. Explica que es una materia introductoria, que se ven cosas básicas, que dura las cuatro horas reloj, que hace veinte años que no se enferma ni falta. El sudor te corre por la espalda, por el pecho, cae de tu frente. No sabés si tenés hambre, sed, sueño o todo al mismo tiempo. Pensás en todo lo que tenés para hacer – los textos para leer, los análisis que terminar, las matrices, los diseños, los informes, los textos para leer, los bondis que tomar, los remises si se hace muy tarde y querés llegar entero. Revisás la billetera y recordás que no pasaste por el cajero. Veinte minutos menos de sueño asegurados.


Llegás tarde. El trabajo te retuvo más tiempo del esperado, sí, pero la realidad es que no tenías ganas de salir corriendo. Estás cansado de correr todo el tiempo. Hace más calor, cada vez más calor. Sentís asco de todo – del subte, de la calle, del aula, de la gente, de tu ropa que parece tener una mezcla de olor a perfume y galletita de agua.

Tu amiga está enojada, y con razón. El profesor acaba de decir que no da autoras porque se incorporaron tarde a la academia. Pretende dar una materia enfocada en la cultura y la semiótica sin autoras. Sin Irigaray, De Lauretis, Kristeva o Butler, las primeras que se te vienen a la mente entre tantísimas otras. Se le ocurre decir, sin ningún tipo de impunidad, que el que quiere leer autoras puede hacer estudios de género. Como si ya no hubieses hecho todas las materias, como si no creyeras que es indispensable para el año en que vivimos incorporar teóricas feministas en todas las materias.

Con cada minuto le tomás más odio, las ganas de irte crecen. El teléfono sigue sonando, como siempre. Te hacer acordar a aquella vez que vinieron a tu oficina a buscarte, corriendo, porque se había caído el techo en una parte del piso, como si a todas las funciones que ya desempeñás se pudieran sumar las de arquitecto y maestro mayor de obras. Sólo faltaría agregar reparación de calzado.

No, no, no. No te podés quejar. Sos joven y estás alto. Ganás bien, aunque metas entre 10 y 11 horas por día. ¡Y todavía no te recibiste! Sos el único estudiante en esas reuniones donde la gente saca los genitales para ver quién los tiene más largos. Y en tu mochila tenés tarjetas personales, como si alguien te las fuera a pedir en algún momento. Sabés que no merecés ese puesto, aunque hayas trabajado tanto.

Más ganas de salir corriendo. Pero hay que aguantar, hay que terminar, ya empezaste. Preferirías estar con alguno de esos tipos que te propusieron ir a hacer algo por ahí. O durmiendo. Irse y dormir es siempre la mejor opción, sobre todo cuando la hora no pasa.


Otra tarde de calor, no se puede respirar. Otro texto que no te suma nada, que no agrega nada a los que ya has aprehendido.

Ese profesor que odiás, que habla sin parar las cuatro horas y que toma lista al final de la clase, empieza a decir estupideces sobre el racismo. Te parece escuchar que dice que si no hay matanza, no es racismo. No, no te parece escucharlo, lo dice. Lo repite ante la mirada perpleja de estudiantes. Sabés que no es verdad lo que está diciendo, tenés las herramientas, los marcos teóricos para discutirle, pero preferís callarte. No tenés ganas de estar ahí, ahora menos que nunca.

¿Quién ama a los chilenos? Nadie.

Te quedás helado.

¿Perdona?

La gente lo mira y él sigue, quizás creyendo que está siendo pedagógico con su ejemplo. Es realmente un imbécil, porque insta a que el que ama a algún chileno se anime y se pare frente a la clase. La sangre te arde y no sabés qué decir. No podés creer que esto sea cierto, que estés perdiendo tu tiempo para trabajar o descansar en cosas así.

Tu amiga le dice que es chilena y él dice que sólo los chilenos aman a los chilenos. Sabés que quiere hacerse el radical y ejemplificar una teoría basicona sobre la identidad con esto, pero no podés evitar sentir que es un imbécil. Tu amiga llora y vos te odiás por no haberte parado.

Siento que si me voy, gana y que si me quedo, gana también, porque estoy sufriendo.

Ya no tenés ganas, definitivamente no vale la pena.

Te sentís culpable.
Es una materia más, no adelantás nada. Es una materia adentro, quizás llegues a recibirte el primer cuatrimestre del año que viene.
Me tengo que poner a mí primero, nada ni nadie merece que me tenga que exponer a sentirme así. Nunca vas a terminar la carrera si sólo hacés las cosas que te gustan. Al final es verdad, una persona así no merece el lugar que ocupás. Ya sabés lo que va a decir tu jefa, la que te defiende cuando dicen algo sobre tu edad o tu falta de experiencia. 

No te expongas a situaciones de las que desees huir.

Hasta luego, Maricarmen. Prefiero fracasar que sufrir.

Refresca, se puede respirar.