DOM - Joachim Witt

DOM

Joachim Witt es uno de esos misterios de la música: ¿por qué no lo escucha más gente? ¿Por qué es tan ignorado, teniendo una discografía tan completa, diversa y, por sobre todas las cosas, buena? Nunca lo sabremos. Tal vez los necios se conjuran contra él, como dice Jonathan Swift.

Pero como no soy necia, voy a hablar de él. En particular, de DOM (2012). Éste marcó su regreso a la música, a 6 años de Bayreuth 3 (otro disco inolvidable). Luego de un coqueteo más que intenso con el rock y el metal, DOM hace las veces de nexo entre el sonido de los Bayreuth y Pop.

Gloria es, permítanme la cursilería y la redundancia, un comienzo glorioso, como todo disco merece. Ese gancho para tenernos atados para los 11 temas siguientes. Le sigue Jetzt geh que, desde el título (Go now, en su traducción al inglés) y pasando por la música, demuestra un buen ánimo. Vale la pena destacar un sutil solo de batería que le da un cierre perfecto al bridge.

Tränen, Licht Im Ozean y Beben son las baladas de DOM, las tres muy bien resueltas, sin caer en lugares comunes. Mientras que las primeras son puro Witt, la tercera cuenta con una cantante femenina. Y si de vocalistas femeninas se trata, uno de los estribillos más lindos de todo el disco es gracias a ella. Blut tiene aquella voz de mujer que termina de suavizar el tema, mientras que él dice «du bist mein, du bist mein» con ese vozarrón tan masculino.

Königreich es un tema con carácter, que empieza con delicadeza hasta concluir en estribillos explosivos. Por su parte, Mut Eines Kriegers es otro de esos temas bien Witt, en los que se luce su voz, sin ser un cantante excelente. Lo que le suma es la actitud y la personalidad en su tono, lo que lo distingue entre otros vocalistas.

Uno de los temas más simples y, aún así, más memorables es Komm Nie Wieder Zurück, que no precisa de una gran mucha instrumentación para destacarse entre otros tracks. Simplemente sintetizadores y voz, tal vez una tímida batería hacia el final. Nada más es necesario.

Nuevamente, la vocalista vuelve, esta vez para cerrar el disco en Untergehen. En el que sería el tema más intimista del tracklist, Witt nos ofrece un angustiante panorama desde la letra y el mismo título (Nos hundiremos, en español).

DOM es un ejemplo más de por qué hay artistas que maduran como el buen vino: pasan los años y se ponen mejor con cada disco.
1. Gloria
2. Jetzt Geh
3. Tränen
4. Blut
5. Königreich
6. Beben
7. Mut Eines Kriegers
8. Licht Im Ozean
9. Komm Nie Wieder Zurück
10. Leichtsinn

Dillon, M. (2015). Aparecida. Buenos Aires: Sudamericana.
Podés comprarlo vía web (x | x | x) o visitando tu librería amiga.

Aparecida

Aparecida

Tengo los pies de mi mamá, digo, pero no son los suyos.
Tengo sus piernas, pero son las mías.
Y los ojos más oscuros, pero como ella las pestañas.
Este es mi cuerpo, digo, y no sé por qué la voz dice mi,
si son lo mismo
el que estuvo, el presente, el que puse donde no tenía.
El dolor se hunde en la materia
como se hunde el tiempo al costado de mi boca, sobre
los labios, en los párpados, los hombros, las manos; cada
una de las partes blandas que de ella
se han ido1

Aparecida es el libro más reciente de Marta Dillon, escritora y periodista, hija de Marta Taboada, militante secuestrada y asesinada por la última dictadura argentina.

Utilizando como disparador la llamada del Equipo Argentino de Antropología Forense con la noticia del hallazgo de los restos de su madre, este libro no recoge sólo el proceso de investigación, sino que da cuenta, en una hermosa amalgama de autobiografía, novela y poesía, de su infancia, del crecer con esta ausencia, del dolor, del anhelo, de la militancia, del duelo y del cierre. Es capaz de reconstruir quién fue Marta Taboada y en quién se convirtió Marta Dillon.

Todo lo que se me pueda ocurrir escribir sobre este libro va a ser poco, va a ser pobre, no va a estar a la altura. La lectura rápida y feroz que llevé a cabo, atrapado en la prosa de Dillon, es insuficiente. Sé que necesito volver a leerlo, emprender nuevamente este recorrido que está atravesado en todo momento por el amor y por el deseo. Que tengo que volver a transitar por todos los estados emocionales que sentí leyéndolo- volver a reírme, a acongojarme, a llorar de tristeza, de bronca y de emoción y hasta a soñar con lo que he leído.

Aparecida es, simplemente, bellísimo. No me queda más que pedirles que lo lean, sabiendo que no se van a arrepentir. Por mi parte, voy a dejar pasar un par de días para que decante y poder empezarlo de nuevo. No puedo esperar.


1 Dillon, M. (2015). Aparecida. (p. 149). Buenos Aires: Sudamericana.

Gyakuyunyuu ~Kouwankyoku~

Gyakuyunyuu ~Kouwankyoku~

Shiina Ringo a lo largo de sus 15 años de carrera compuso no sólo temas para sus propios trabajos y para Tokyo Jihen, sino también para otros artistas. Gyakuyunyuu ~Kouwankyoku~ es, como dice el título, una reimportación de esas canciones. Versiones propias, en otras palabras.

Shuen no Onna es un comienzo explosivo que augura un buen disco. Advertencia: si van a escucharlo con auriculares, traten de ponerlo previamente en un volumen aceptable, para que no les estallen los oídos. Mantiene el estilo big band que viene haciendo desde Sanmon Gossip. Dentro de esa misma línea tenemos Bouenkyou no Soto no Keshiki, un impecable instrumental con sólo una frase en español al final.

Seishun no Matataki es el single promocional, en el que no queda ni rastro del autotune de la versión original, por suerte. Ringo luce su peculiar y especial voz, en una canción llena de notas altas. Private y Cappucino muestran su raro pero existente costado dulce, teniendo esta última una percusión más que interesante.

Le sigue Manatsu no Datsugokusha, que mantiene el funk de la versión de SMAP y es uno de los mejores temas de este disco de reimportaciones -aunque es bastante difícil decidirse sólo por un par-. El momento menos interesante es Kachuu no Otoko que, de tan experimental, peca de obvio e innecesariamente complicado.

Amagasa tiene una batería poderosa que le da un ritmo que recuerda a la Ringo de sus primeras épocas, cuando tenía más rock que otra cosa, aunque con un sonido más contundente. Similar a éste, está Hiyori Hime, casi tan fuerte e igual de bueno.

El cierre elegido fue Saisakizaka, un hermoso final, por cierto, en el que demuestra por qué tendría que haber sido la cantante original de esta canción (Youko Maki, por mucho esfuerzo que hiciera, no era cantante y se notaba a lo lejos).

Se puede decir que éste disco es Ringo haciendo de ella misma, lo que es perfecto para el caso. Lo único que yo le hubiera agregado es Oishii Kisetsu que tantas otras veces hizo en vivo. Sin embargo, no me quejo con el resultado.

  1. Shuen no Onna (PUFFY)
  2. Kachuu no Otoko (TOKIO)
  3. Private (Hirosue Ryoko)
  4. Seishun no Matataki (Kuriyama Chiaki)
  5. Manatsu no Datsugokusha (SMAP)
  6. Bouenkyou no Soto no Keshiki (Noda Igeki)
  7. Keitteiteki Sanpunkan (Kuriyama Chiaki)
  8. Cappucino (Tomosaka Rie)
  9. Amagasa (TOKIO)
  10. Hiyori Hime) (PUFFY)
    11. Saisakizaka (Youko Maki)

(En negrita figuran las elegidas por mí)

 

Gender Trouble

Butler, Judith. (2007) El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.
Título original: Gender Trouble. Feminism and the Subversion of Identity (2009). Nueva York: Routledge.
Disponible aquí.

Gender Trouble de Judith Butler fue editado por primera vez en el año 1990, escrito con una pierna en la academia y otra en la militancia. Criticado por la dificultad de su estilo, trascendió los círculos académicos y se convirtió en poco tiempo en un libro indispensable para los estudios de género, al punto de ser considerada una de las obras fundantes de la teoría queer.

Butler escribe este texto con la intención de cuestionar las categorías y los conceptos usados con frecuencia en el marco feminista, criticar un supuesto heterosexual dominante, y destruir los intentos de elaborar discursos de verdad que deslegitimen prácticas de género y sexuales minoritarias. Para realizar esta tarea, emprende una lectura crítica de distintos feminismos (principalmente de la Écriture femenine), del psicoanálisis y del postestructuralismo francés, enfrentando a autoras como Simone de Beauvoir y Luce Irigaray y retomando a Lacán, Foucaulty Wittig, entre otros.

La autora cuestiona la idea, imperante en el pensamiento feminista, de la separación entre naturaleza (sexo) y cultura (género). Pone en juicio el pensar la naturaleza invariable de un sexo biológico, del cual el género sería una interpretación cultural, y sostiene que es mediante el propio accionar del género que el sexo se estable como algo prediscursivo, como algo anterior a la cultura sobre lo que esta actúa.

¿Qué es el género, entonces? ¿Es algo que se tiene, algo que se es? Contraria a cualquier tipo de pensamiento esencialista, y buscando superar el debate circular entre el libre albedrío (el cuerpo es un instrumento mediante el cual un agente puede crear su propio significante cultural y “hacer“ su género) y el determinismo (el género corresponde a un significante cultural que se cierne sobre un cuerpo pasivo en una relación mimética entre sexo-naturaleza y género-cultura), Butler esboza una primera aproximación a su teoría de la performatividad.

La identidad no puede ser pensada al margen de su determinación de género. El sistema de género es organizado a través de un régimen binario en el marco social de la heterosexualidad obligatoria – la matriz de inteligibilidad heterosexual opera a través de la producción y el establecimiento de identidades en cuyas bases se ubica el presupuesto de la estabilidad del sexo binario.
Es erróneo pensar en el género como una sustancia, ya que ella no es más que una apariencia producto de la reiteración de prácticas discursivas que ocultan y naturalizan sus efectos. Desde esta perspectiva, identidad y género son indisociables, ya que las reglas que gobiernan la inteligibilidad de las identidades se encuentran ordenadas desde la matriz que integra la jerarquía de género y la heterosexualidad obligatoria.
Para Butler, entonces, el género establece una identidad instituida mediante actos de repetición, en los cuales se articulan parcialmente sobre matrices de jerarquía de género y heterosexualidad obligatoria las normas que hacen inteligible el “yo”. Y es en esos mismos actos de repetición donde residiría la capacidad de acción, que es definida como estar “dentro de la posibilidad de cambiar esa repetición”, a través de actos corporales «subversivos».

Reflexiona la autora:

Así como las superficies corporales se representan como lo natural, estas superficies pueden convertirse en el sitio de una actuación disonante y desnaturalizada que descubre el carácter performativo de lo natural en sí. (…) Hay una risa subversiva en el efecto de pastiche de las prácticas paródicas, en lo que lo original, lo auténtico y lo real también están constituidos como efectos. La pérdida de las reglas de género multiplicaría diversas configuraciones de género, desestabilizaría la identidad sustantiva y privaría a las narraciones naturalizadoras de la heterosexualidad obligatoria de sus protagonistas esenciales: ‘mujer’ y ‘hombre’.[1]

Otra de las propuestas que plantea el texto es pensar si es realmente necesaria la construcción de un sujeto unificado para el feminismo, replanteando las construcciones ontológicas de la identidad y planeando una política de representación desde otras bases, exhortando a realizar una genealogía feminista de la categoría de las mujeres, que examine los procedimientos políticos que originan y esconden lo que conforma las condiciones del sujeto jurídico del feminismo.
Para Butler, el movimiento feminista enfrenta el problema de presuponer que el término “mujeres” indica una identidad común. La autora sostiene que “En lugar de un significante estable que reclama la aprobación de aquellas a quienes pretende describir, mujeres (…) se ha convertido en un término problemático, un lugar de refutación, un motivo de angustia” (Butler, 2007, p. 49). Un sujeto no es sólo “mujer”, el género no se constituye de manera coherente en diferentes contextos sociohistóricos y es inescindible de las intersecciones políticas y culturales en las que se produce. Estas posiciones esencialistas y globalizadoras, que insisten en la coherencia y la unidad de la categoría de las mujeres, han negado la multitud de intersecciones culturales, sociales y políticas en que se construye el conjunto concreto de “mujeres”. Butler no considera que la idea de “unidad” sea políticamente eficaz para el movimiento feminista y, en su lugar, propone plantear políticas de coalición que “no exige[n] ni una categoría ampliada de ‘mujeres’ ni una identidad internamente múltiple que  describa su complejidad de manera inmediata” (Butler, 2007, p. 70), espacios dónde no se pretenda anticipadamente conformar una unidad ni se prescriba cómo son los sujetos que podrán integrarlos – unidades provisionales en donde reine la riqueza de la diferencia y que se instauren (y se abandonen) identidades provisorias según los propósitos que se posean y los objetivos que se busquen.

Este texto fue claramente recibido con una multiplicidad de críticas y lecturas de diversa índole, algunas de las cuales son contestadas por la autora tanto en el segundo prefacio, escrito nueve años después de la publicación original, como en sus trabajos posteriores.
La idea de que la subversión de la identidad sólo puede ser posible en el seno de la práctica de la significación repetitiva, mediante los actos corporales subversivos, fue (es) una de las más discutidas, especialmente al haber propuesto el drag como ejemplo. Butler señaló al respecto que hay una lectura frecuente, errónea y utilitaria de El género en disputa:

La mala lectura (de El Género en disputa) dice algo así: Puedo levantarme a la mañana, revisar mi armario y decidir de qué género quiero ser hoy. Puedo tomar una prenda y cambiar mi género, estilizarlo (…) lo que quedaría es una mercantilización del género, entendiendo al género como una especie de acto de consumo.[2]

El género no es una esencia, pero tampoco es una acción radical ni un acto voluntarista. Se construye a través de un conjunto sostenido de actos, de una “repetición y un ritual que consigue su efecto a través de su naturalización en el contexto de un cuerpo” – una repetición de normas de género que son opresivas y dolorosas.

Butler se hace, nos hace, cientos de preguntas a lo largo de las argumentaciones que lleva a cabo en este texto. Algunas son respondidas y muchas otras, dejadas abiertas. La autora nos invita a pensar sobre los mecanismos que construyen las identidades (los géneros), la representación y la lucha política y el funcionamiento de esta “trampa” en la que todos estamos insertos.
El género en disputa cierra con la pregunta “¿Qué otras estrategias locales que comprometan lo ‘no natural’ podrían conducir a la desnaturalización del género como tal?”, una reflexión que, al día de hoy, sigue siendo tanto útil como necesaria.

[1] Butler, J. (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Barcelona: Paidós.

[2] Kotz, L. (1992) “The Body You Want: Liz Kotz interviews Judith Butler”. Artforum 31, #3, 82-89. Recuperado desde: http://www.mariabuszek.com/kcai/PoMoSeminar/Readings/KotzButler.pdf

Inicio

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Siempre tuve ganas de volver a escribir en este blog, al que tanto tiempo le dediqué y que hasta los turcos quisieron tirar abajo. Como parece que ahora todos volvieron a escribir, o al menos empezaron a hacerlo, sólo bastó un pequeño empujón para tener todo resuelto.

Esperen cosas sobre feminismos, teoría queer/estudios de género, cultura pop y chinas (muchas). Lo mismo de siempre, eso es, pero con los aportes maravillosos de Sabrina, que escribe unas reseñas fantásticas sobre cosas súper interesantes y relevantes.