Tenés que apurarte. Ella terminó la carrera a los 22 y ahora está haciendo una maestría en el exterior.

¿Cuántas materias te faltan? Es un montón, M. Ponete las pilas.

¿Viste que escribió un artículo para esas jornadas? Comparte un blog súper interesante. 

Ese que está ahí ya entró al CONICET. Pensé que ya estaba recibido. 

Hace calor. Los ventiladores no funcionan y en el aula hay alrededor de 100 personas, irradiantes. Saliste corriendo, dejaste unas cinco o seis o siete cosas pendientes, sintiéndote culpable. El teléfono no para de vibrar, mensajes nuevos, correos nuevos.

¿Cuántas personas tenemos en esa base? Lo pide S.

¿Venís a la reunión de mañana 8:30? Es re importante.

Nos pidieron que los jdg hagan el seguimiento de este proyecto, y vos sos el mejor.

¿Sabés dónde está el chofer? La secretaria no me contesta.

No sé agendar cosas en el Calendar, ¿me ayudás? Soy tonta.

El profesor tiene un tono monótono, soporífero. Parece que desde que entró hace más calor. Explica que es una materia introductoria, que se ven cosas básicas, que dura las cuatro horas reloj, que hace veinte años que no se enferma ni falta. El sudor te corre por la espalda, por el pecho, cae de tu frente. No sabés si tenés hambre, sed, sueño o todo al mismo tiempo. Pensás en todo lo que tenés para hacer – los textos para leer, los análisis que terminar, las matrices, los diseños, los informes, los textos para leer, los bondis que tomar, los remises si se hace muy tarde y querés llegar entero. Revisás la billetera y recordás que no pasaste por el cajero. Veinte minutos menos de sueño asegurados.


Llegás tarde. El trabajo te retuvo más tiempo del esperado, sí, pero la realidad es que no tenías ganas de salir corriendo. Estás cansado de correr todo el tiempo. Hace más calor, cada vez más calor. Sentís asco de todo – del subte, de la calle, del aula, de la gente, de tu ropa que parece tener una mezcla de olor a perfume y galletita de agua.

Tu amiga está enojada, y con razón. El profesor acaba de decir que no da autoras porque se incorporaron tarde a la academia. Pretende dar una materia enfocada en la cultura y la semiótica sin autoras. Sin Irigaray, De Lauretis, Kristeva o Butler, las primeras que se te vienen a la mente entre tantísimas otras. Se le ocurre decir, sin ningún tipo de impunidad, que el que quiere leer autoras puede hacer estudios de género. Como si ya no hubieses hecho todas las materias, como si no creyeras que es indispensable para el año en que vivimos incorporar teóricas feministas en todas las materias.

Con cada minuto le tomás más odio, las ganas de irte crecen. El teléfono sigue sonando, como siempre. Te hacer acordar a aquella vez que vinieron a tu oficina a buscarte, corriendo, porque se había caído el techo en una parte del piso, como si a todas las funciones que ya desempeñás se pudieran sumar las de arquitecto y maestro mayor de obras. Sólo faltaría agregar reparación de calzado.

No, no, no. No te podés quejar. Sos joven y estás alto. Ganás bien, aunque metas entre 10 y 11 horas por día. ¡Y todavía no te recibiste! Sos el único estudiante en esas reuniones donde la gente saca los genitales para ver quién los tiene más largos. Y en tu mochila tenés tarjetas personales, como si alguien te las fuera a pedir en algún momento. Sabés que no merecés ese puesto, aunque hayas trabajado tanto.

Más ganas de salir corriendo. Pero hay que aguantar, hay que terminar, ya empezaste. Preferirías estar con alguno de esos tipos que te propusieron ir a hacer algo por ahí. O durmiendo. Irse y dormir es siempre la mejor opción, sobre todo cuando la hora no pasa.


Otra tarde de calor, no se puede respirar. Otro texto que no te suma nada, que no agrega nada a los que ya has aprehendido.

Ese profesor que odiás, que habla sin parar las cuatro horas y que toma lista al final de la clase, empieza a decir estupideces sobre el racismo. Te parece escuchar que dice que si no hay matanza, no es racismo. No, no te parece escucharlo, lo dice. Lo repite ante la mirada perpleja de estudiantes. Sabés que no es verdad lo que está diciendo, tenés las herramientas, los marcos teóricos para discutirle, pero preferís callarte. No tenés ganas de estar ahí, ahora menos que nunca.

¿Quién ama a los chilenos? Nadie.

Te quedás helado.

¿Perdona?

La gente lo mira y él sigue, quizás creyendo que está siendo pedagógico con su ejemplo. Es realmente un imbécil, porque insta a que el que ama a algún chileno se anime y se pare frente a la clase. La sangre te arde y no sabés qué decir. No podés creer que esto sea cierto, que estés perdiendo tu tiempo para trabajar o descansar en cosas así.

Tu amiga le dice que es chilena y él dice que sólo los chilenos aman a los chilenos. Sabés que quiere hacerse el radical y ejemplificar una teoría basicona sobre la identidad con esto, pero no podés evitar sentir que es un imbécil. Tu amiga llora y vos te odiás por no haberte parado.

Siento que si me voy, gana y que si me quedo, gana también, porque estoy sufriendo.

Ya no tenés ganas, definitivamente no vale la pena.

Te sentís culpable.
Es una materia más, no adelantás nada. Es una materia adentro, quizás llegues a recibirte el primer cuatrimestre del año que viene.
Me tengo que poner a mí primero, nada ni nadie merece que me tenga que exponer a sentirme así. Nunca vas a terminar la carrera si sólo hacés las cosas que te gustan. Al final es verdad, una persona así no merece el lugar que ocupás. Ya sabés lo que va a decir tu jefa, la que te defiende cuando dicen algo sobre tu edad o tu falta de experiencia. 

No te expongas a situaciones de las que desees huir.

Hasta luego, Maricarmen. Prefiero fracasar que sufrir.

Refresca, se puede respirar.

Desde que empezó el año, escribo todos los días un poco (o mucho, incluso). Claro, se puede suponer que yo, con todo el tiempo libre que tengo, es evidente que me voy a dedicar a eso. Pero no es tan sencillo. Hace casi un año que estoy sin trabajo. ¿Se piensan que escribí todos los días desde ese momento? Por supuesto que no. ¿En qué fallaba entonces? Eso lo veremos ahora.

 

Mi diario y las 365 preguntas para llevar a lo largo del año

Mi diario y las 365 preguntas para llevar a lo largo del año

 

Writing challenge:

Cuando me decidí a escribir todos los días, me planteé un objetivo razonable: 30 consignas. Busqué muchos writing challenges pero ninguno me terminaba de convencer al 100 por ciento. Siempre había alguna consigna que me parecía forzada o aburrida o que se podía sintetizar de otra manera. Así que elegí hacer sólo los ítems que más me gustaron. Pero no llegaban a ser 30. Por eso, busqué todas las listas con writing prompts que encontré e hice una fina (?) selección de las mejores, más algunos inventados por mí. Y llegué a los 100, un número redondo y hermoso.

Tal vez les parezcan muchos, siendo 100 ítems, pero todo es poco cuando se trata de ejercitar la constancia y la creatividad. Tenemos que dar lo mejor de nosotros mismos y concentrarnos en nuestro objetivo, sin caer en la obligación de tener que hacer algo, si no hacerlo porque nos nace, porque nos divierte, porque se convirtió en un espacio de disfrute diario.

Acá les dejo el writing challenge de 100 ítems que compilé y que estoy haciendo en este momento en mi blog Sirena modelada en manteca.

 

Llevar un diario:

Otra cosa que he sumado recientemente para mis ejercicios de escritura es la creación de un diario. No el famoso “Querido diario: Hoy me crucé con Fulano, es tan lindo. Tengo 12 años”. No. Hablo de un tradicional diario en el que podamos ser nosotros mismos y dejar asentado en un lugar qué es lo que pensamos y cómo nos sentimos en esa fecha. Llevar un registro no tiene por qué ser aburrido. Encontré este listado de 365 preguntas (que pueden descargar todas juntas acá) para cada día del año, lo que nos dejaría con algo para escribir diariamente, aunque más no se trate de escribir qué cenaste. Lo genial es que las respuestas cambian de año a año así que ¡son preguntas que te sirven para muchos años!

Porque no importa qué tan inútiles y poco interesantes creamos que somos: todos tenemos algo para decir. A todos nos pasan más o menos cosas, todos pensamos en algo.

Cuatro consejos que puedo dar (tras años de haber llevado un diario y haberlo retomado bajo esta nueva modalidad):

  1. Sé libre: escribí lo que quieras. Si la pregunta no te conforma, escribí de algo relacionado o de otra cosa totalmente distinta. Las preguntas son disparadores, no consignas para respetar a rajatabla.
  2. El diario tiene que hablar de vos o de lo que elijas hablar (ya sea un llevar un registro del crecimiento de tus plantas o intercalarlo con recetas) pero principalmente tiene que hablar de VOS.
  3. Escribí libremente. Insisto con la libertad pero es un hecho. No te fijes necesariamente en respetar una forma de escritura perfecta. Puede ser un desparramo de ideas sueltas y va a servir igual.
  4. Hacele dibujitos, usá lapiceras de colores, elegí un cuaderno que te guste, pegale recuerdos del día (ejemplo: una entrada de cine, una servilleta de un café). Lo que más te guste para hacer de ésta una actividad entretenida.
  5. Hacete un tiempo para escribir: esto es lo más difícil de todo pero, una vez que te acostumbrás, se convierte en una necesidad diaria más. Y tampoco hace falta escribir mucho, con que escriban un poco es suficiente.

Espero que, si están leyendo esto, se entusiasmen tanto como yo y escriban mucho. Háganlo a su modo y, sobre todo, disfrútenlo.

 

Algunos blogs que les pueden servir para mantenerse creativos y activos:

http://lalicuadora.com.ar

http://escribir.me

http://creative-writing-now.com

http://writingexercises.co.uk